Qué significa defender la justicia social en Europa

Mientras decenas de miles de personas se manifestaban en Madrid en defensa de la sanidad pública, la ultraderecha se concentraba en Vistalegre bajo el lema ¡Europa Viva 24! con la presencia física o telemática de los principales líderes de la ultraderecha europeos y mundiales, incluido el provocador Javier Milei.

De lo que más se ha hablado en los medios es de los insultos proferidos contra la esposa de Pedro Sánchez. Vaya por delante mi total apoyo a todas las mujeres trabajadoras que combaten las desigualdades y luchan por preservar su propia identidad. Apoyo, por tanto, a Begoña Gómez en el ataque que sufre por parte de la derecha franquista y de la heredera del franquismo. Como digo, de lo que más se ha hablado del Aquelarre ultraderechista de Vistalegre ha sido de los insultos y difamaciones sobre la honorabilidad de la esposa del presidente del gobierno, que se ha instrumentalizado deliberadamente para crear un aire de sospecha de corrupción en las filas del PSOE. La ultraderecha denunciando casos de corrupción basados en falsedades. Nada nuevo.

La dialéctica de descalificaciones entre el gobierno Argentino y el gobierno Español han derivado en una crisis diplomática que nada tienen que ver con lo que quiere la clase trabajadora Argentina y española. Lo que nos une a estos pueblos hermanos, además de la lengua y muchas manifestaciones culturales comunes es la voluntad de mantener unos servicios públicos que sean la garantía de equidad y de justicia social en nuestros países.

Sin embargo, lo más grave de las intervenciones de Milei fue el ataque furibundo al concepto de justicia social. La justicia social se basa en la igualdad de oportunidades y en los derechos humanos, y es imprescindible para que cada persona pueda desarrollar su máximo potencial y para una sociedad en paz. Todas las personas tenemos necesidades básicas comunes, que se traducen en derechos humanos fundamentales: el derecho a la propia identidad, a la supervivencia, a la salud, a la educación, a expresarnos con libertad y a ser tratados con dignidad y respeto… Atacar el concepto de justicia social es arremeter contra la salud, contra la educación, y contra todos los servicios públicos que nos permiten mantener unos mismos derechos, independientemente del nivel de renta de las personas. En eso estamos hermanados Argentina, España y todos los pueblos del mundo, y por eso, las relaciones de colaboración entre los pueblos no debieran romperse, sino, al contrario, estrecharse.

La lucha de clase, internacional, sigue siendo la mejor herramienta para defendernos de la sierra mecánica de Milei y de quienes comparten sus ansias de eliminar lo público y dejar tirado al que se quede atrás.

El interés de Milei es común a los partidos de la derecha y la ultraderecha europeos. Acabar con la socialdemocracia es su objetivo por ser esta la barrera que impide la plena libertad del mercado y la eliminación de los derechos sociales y los servicios públicos. El liberalismo económico ha cargado reiteradamente contra las políticas sociales que garantizan la justicia social, permitiendo que sea el mercado quien regule. Quien pueda pagar un médico privado permanecerá sano, quien pueda pagarse una carrera universitaria podrá acceder a un trabajo más cualificado… y quién no, pues se siente.

Cuando las necesidades fundamentales de la humanidad no se satisfacen se genera desigualdad, pobreza, guerra y muerte, y por eso la socialdemocracia siempre ha defendido las políticas sociales, los servicios públicos y la redistribución de la riqueza, frente a quienes quieren dejarlo todo en manos del mercado, la desregulación y favoreciendo al más poderoso económicamente.

Lo que defienden Orban en Hungría, Meloni en Italia, Milei en Argentina, LePen en Francia, o Abascal y Feijoo en España son políticas de recortes sociales. Lo que proponen para Europa y para el mundo es la guerra, el conflicto, la desigualdad y la libertad de mercado extrema, creando zonas francas, sin derechos para que las empresas exploten a los «zurdos», los «descamisados», en definitiva, a la clase trabajadora.

Defender la socialdemocracia y defender Europa es defender la justicia social, defender los servicios públicos, los derechos colectivos, las políticas de redistribución de la riqueza, y eso hoy está en claro peligro, por la tibieza de las propuestas de políticas sociales europeas, por la falta de unas instituciones europeas que se centren en la justicia social y por el ataque furibundo de la extrema derecha que se aprovecha de la debilidad institucional europea y del populismo que arraiga cuando no hay propuestas sociales o éstas se difuminan y derivan hacia intereses espurios. Pondré algún ejemplo.

El pacto verde.

El Pacto Verde Europeo es un paquete de iniciativas políticas cuyo objetivo es situar a la UE en el camino hacia una transición ecológica, con el objetivo último de alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050. ¿qué quiere decir eso?. Luego lo veremos.

El Pacto Verde Europeo subraya la necesidad de adoptar un enfoque en el que todos los ámbitos de actuación pertinentes contribuyan al objetivo climático final. El paquete incluye iniciativas que abarcan el clima, el medio ambiente, la energía, el transporte, la industria, la agricultura y las finanzas sostenibles, todas ellas estrechamente relacionadas.

La Comisión puso en marcha el Pacto Verde Europeo en diciembre de 2019 y el Consejo Europeo tomó nota del Pacto en su reunión de diciembre.

Vaya por delante la necesaria protección del medio ambiente. No hay un planeta bis, y, por tanto, la preservación del planeta y de la biodiversidad ha de formar parte de nuestras políticas. Sin embargo, analicemos:

  • La energía. La energía está hoy día en manos de un oligopolio de grandes empresas que están repartiéndose el pastel y todos quieren la mayor parte del pastel posible. El gas licuado norteamericano se está abriendo camino ante la falta de suministro energético procedente de Rusia y Ucrania. Es necesario recuperar el control de la energía con el sector público, pero no se está actuando en esa línea. Al contrario, se está invirtiendo dinero y terrenos públicos para producir energía limpia… que gestionan las mismas empresas.
  • La industria: Es necesario una industria potente que fabrique lo que la sociedad necesita. Sin embargo, las materias primas se están extrayendo en otros países (en el Congo, por ejemplo, y en toda centro África), causando guerras y lucha por la propiedad. Mientras tanto, China se ha convertido en la fábrica del mundo. Eso afecta a las fuerzas productivas, especialmente al empleo.
  • Agricultura. No me extenderé, pregunten a los pequeños campesinos de Cataluña, de cualquier región de España o de Europa. Todos están igual. Riesgo de desaparición de la agricultura en favor de grandes corporaciones que incluso patentan las semillas.
  • Finanzas sostenibles. Limitar el gasto a los ingresos es una posibilidad sin duda. Pero acaba con la desaparición de lo público (el gasto), haciendo bajar los ingresos de los que más tienen (ingresos). Por tanto, ni educación, ni sanidad, ni infraestructuras, ni pensiones…. La otra alternativa es la socialdemócrata: mantener un sistema financiero en el que se ingrese lo suficiente (impuestos), de forma progresiva (que aporte más el que más tiene) para garantizar la justicia social.

A la clase trabajadora de España, de Europa, del mundo, no nos basta hoy con avisar «que viene el lobo». El lobo ya está aquí hace años, privatizando la sanidad, la educación y las pensiones. El lobo ya está aquí hace años, creando división entre pobres y más pobres.

Para el futuro de la clase trabajadora en España, en Europa y en el mundo es necesario fortalecer la socialdemocracia, pasando a la acción con políticas de fortalecimiento de los servicios públicos y de nacionalización de los sectores estratégicos, hoy en manos privadas. Repensar Europa, con políticas de redistribución de la riqueza. Con impuestos… sí, con impuestos progresivos que hagan que contribuya más el que más tiene y que permitan financiar la salud, la educación, la vivienda, las pensiones, las infraestructuras. Con políticas de recuperación del poder adquisitivo de los salarios y de contención de los precios. La receta está inventada, pero hay que ponerse a cocinar porque si no la barbarie irá a más.

Los signos distintivos de la vieja Europa, la Europa de los derechos que soñaban Willy Brandt y Olof Palme, se construían bajo el paradigma de la Justicia Social. Eso es lo que se quieren cargar esta gente de la derecha y la extrema derecha.

El 9J piensa qué, a quién y por qué votas.

¡Más justicia social!

Baltasar Santos Primer Secretario agrupación PSC-El Vendrell

PD: ARTÍCULO RELACIONADO: https://tribunasocialista.com/2024/06/03/defender-la-justicia-social-en-europa/

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