El suicidio se puede prevenir

En el último año registrado, en España se han producido 4.227 suicidios y se estima que ha habido más de 80.000 intentos de suicidio. La franja de edad entre 40-50 años es la que más suicidios consumados registra. El suicidio es la primera causa de muerte por encima de los accidentes de tránsito o enfermedades cardiovasculares, constituyendo el principal problema de salud. El estigma asociado al suicidio y las falsas creencias religiosas sobre el mismo provocan que no aflore a la opinión pública ni la magnitud del problema ni un debate serio y riguroso sobre la prevención del mismo.

Según los expertos, el suicidio es un problema multifactorial, sin embargo, a pesar de la diversidad de situaciones que pueden estar detrás del suicidio, podemos concluir, sin riesgo a equivocarnos, que detrás de todos los suicidios hay una causa común: poner fin al sufrimiento. Analizar las causas de sufrimiento y cómo ponerle fin debiera constituir el principal objeto de estudio de la ciencia, y el principal reto para los profesionales de la salud y también de los profesores.

Dicha explicación sobre el fin del sufrimiento es el objetivo común del estudio de algunas corrientes filosóficas, incluyendo la filosofía estoica y la filosofía budista. La psicología, en las últimas décadas, ha incorporado aspectos sustanciales comunes a esas corrientes filosóficas:

  • No nos falta felicidad, nos sobra sufrimiento. El sufrimiento eclipsa la felicidad innata que tenemos.
  • El apego a las cosas materiales y a las personas es la principal causa de sufrimiento.
  • El sufrimiento no solo es causado por las circunstancias actuales, sino que también hechos del pasado son causa de sufrimiento, y también preocupación por hechos futuros que pueden ocurrir.
  • El poder para detener el sufrimiento y tener una mente calmada y enfocada en objetivos sanos, está en nuestra mente, y en nuestra propia capacidad para discernir entre lo posible y lo irremediable.
  • Prácticas como la meditación unida a la formación en gestión emocional son claves para evitar el sufrimiento.

En base a lo anterior, parece razonable pensar que nuestros servicios públicos deberían abordar una estrategia basada en:

  • La incorporación en los currículums escolares de la filosofía desde un punto de vista teórico-práctico en todos los niveles educativos.
  • La incorporación de más profesionales de la psicología de orientación cognitiva y cognitiva conductual en los equipos de atención primaria y hospitalaria.
  • Incorporar en las estrategias de prevención de riesgos laborales, a profesionales de la psicología que puedan implementar planes específicos de prevención del suicidio en todas las empresas, dentro de la planificación de riesgos psicosociales.
  • Incorporar a los medios de comunicación públicos y privados de mayor difusión, programas específicos de educación emocional y afrontamiento de problemas.
  • Políticas públicas transversales que promuevan la salud y la salud mental, desde el urbanismo y el diseño de los municipios (zonas verdes, espacios de relación, densidad de población) hasta políticas en relación con la práctica del deporte, la oferta cultural, etc.

Baltasar Santos

Psicólogo clínico


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